sábado, 30 de abril de 2011

La Quema de Medina


Plaza de Medina del Campo (Segovia)

Tanto la ciudad de Medina del Campo como la ciudad de Segovia cuentan en el centro de su casco antiguo con una plaza en honor de la ciudad contraria para recordar un hecho que aconteció en 1520 que, sin duda, cambió el destino de ambas ciudades.

Tenemos que situarnos en 1517, al llegar a España el rey Carlos I, hijo de Juana La Loca y Felipe El Hermoso, instaurándose con él la dinastía de los Austrias. El nuevo rey heredaba, por parte de su madre, la corona española, los territorios del sur de Italia y todas las posibilidades que ofrecía América. Por parte de su padre, heredaba unos extensos territorios que abarcaban parte de los actuales Bélgica, Holanda, Austria, y el norte de Italia.

El monarca nunca antes había pisado Castilla, solo hablaba francés y no conocía la situación en la que se encontraban sus territorios españoles. Carlos llegó con una corte de consejeros flamencos e italianos que únicamente veían en las posesiones hispánicas de su señor, una nueva fuente de financiación de sus propios intereses. Estos consejeros comenzaron a ocupar los altos cargos de poder castellanos. Al poco tiempo el descontento de la mayor parte de los sectores de la sociedad se hacía patente.



El cineasta Milos Forman convirtió este y otros enclaves
de la ciudad de Segovia en escenario cinematográfico
para la película "Los fantasmas de Goya".
Fotografía: Javier Segovia

En este contexto, muere el emperador alemán Maximiliano de Austria, abuelo de Carlos, abriéndose el proceso para la elección de un nuevo emperador. Finalmente este título le fue otorgado a Carlos, teniendo que marchar a Alemania para su nombramiento.
Ante el descontento social, Carlos convocó cortes para tratar de terminar con la oposición y conseguir financiación para embarcarse hacia Alemania. En estas cortes, los comuneros defienden los privilegios y libertades del reino frente a los intereses imperiales, los de la corte y los del propio monarca.

Finalmente Carlos consigue la financiación necesaria para embarcarse a Alemania, zarpando el día 20 de mayo de 1920 y dejando al frente de los territorios españoles a Adriano de Utrecht,
uno de sus consejeros extranjeros.
Al tiempo que la gente de las ciudades (en especial Toledo, Segovia y Salamanca) iban conociendo la noticia de la partida de Carlos I, las revueltas se fueron sucediendo.

En Segovia se produjeron algunos de los episodios más sangrientos de toda la sublevación: Apenas 10 días después de la partida de Carlos, se estrangularon públicamente a dos funcionarios y al procurador representante de la ciudad de Segovia en las cortes (Rodrigo de Tordesillas) que votó a favor de financiar el viaje del rey.
El 10 de junio Rodrigo Ronquillo, alcalde de Zamora y simpatizante de los Austrias,  recibe la orden de investigar el asesinato del procurador segoviano por orden expresa de Adriano de Utrecht.

Monumento a Juan Bravo e Iglesia
de San Martín, al fondo

Ronquillo inició una serie de represalias contra la ciudad tratando de aislarla. La población apoyó el movimiento comunero, convirtiéndose Juan Bravo en su líder.
Ronquillo inicia entonces un asedio contra la ciudad. Segovia solicita ayuda al resto de ciudades rebeldes, acudiendo a la llamada Toledo y Madrid, que enviaron milicias gracias a las cuales el asedio no llegó a consumarse. 


Ante esta situación, el general Antonio de Fonseca recibe la orden de desplazarse hasta Medina del Campo, importante centro económico de la Corona de Castilla, para recoger la artillería necesaria para intentar reprimir el avance de los comuneros. 

Plaza de Segovia (Medina del Campo)
El martes 21 de agosto de 1520 Fonseca, al mando del ejército real compuesto por 2.000 personas se presentan en Medina, pidiendo la artillería real que se encontraba en la villa.
En la ciudad se encuentran con dos bandos claramente diferenciados: el corregidor y algunos caballeros, que acceden a entregar las piezas de artillería; y el resto de vecinos, que se niegan en rotundo a entregar las armas a sabiendas que éstas serían utilizadas contra Segovia.

Los vecinos se amotinaron a las puertas de la ciudad y reunieron todas las piezas en la plaza. Tras varios pregones pidiendo la artillería (bajo pena de declararles traidores) y cuatro horas parlamentando entre la villa y las tropas reales, Fonseca entra por la fuerza en la villa y decide incendiar varias partes de la localidad con el objetivo de dispersar a la multitud congregada en la plaza junto a la artillería. La multitud no se disgregó y permaneció junto a los cañones mientras las llamas avanzaban.
En vista de la situación, los comandantes imperiales dieron la orden de retirada, permitiendo así a los vecinos acudir a sofocar las llamas, evitando que la ciudad ardiera por completo.
Los sublevados consiguieron su objetivo: Las armas no se movieron de Medina. Como consecuencia buena parte de la villa resultó destruida (entre 700 y 900 casas ardieron ese día) y el resto de villas y poblados que aún quedaban por sublevarse lo hicieron.
Al conocer la noticia, la ciudad de Segovia se pronunció:





“supimos lo que no quisiéramos saber y oímos lo que no quisiéramos oír; conviene a saber, que Antonio de Fonseca ha quemado toda esa muy leal villa de Medina, y también sabemos que no fue otra la ocasión de su quema, sino porque no quiso dar la artillería para destruir a Segovia. Dios Nuestro Señor nos sea testigo, que si quemaron de esa villa las casas, a nosotros abrasaron las entrañas (…)”

Estas palabras quedan inmortalizadas en la placa que da nombre a la plaza con la que Segovia reconoce y homenajea el noble acto de los vecinos de Medina que salvaron a Segovia de una destrucción segura, aún en detrimento propio.

 





La quema de la ciudad de Medina supuso el levantamiento definitivo de los comuneros y el inicio de la consecuente Guerra de las Comunidades. Paradójicamente, la batalla que puso fin a la revuelta, con la derrota del bando sublevado, se conmemora, cada 23 de abril en Villalar de los Comuneros (Valladolid), pasando a ser éste, desde 1976, el día de la comunidad de Castilla y León.


Iglesia de San Martín y Monumento a Juan Bravo